La tecnología digital ha revolucionado la forma en la que capturamos, almacenamos y compartimos imágenes fijas y en movimiento. Con los smartphones y las cámaras digitales podemos tomar fotos al instante y compartirlas en las redes sociales en cuestión de segundos. Esa inmediatez de la imagen digital nos permite capturar momentos espontáneos que nos dejan una sensación de instantaneidad y conexión con el mundo.

Sin embargo, esa inmediatez también puede tener sus inconvenientes. La facilidad con la que se pueden tomar y descartar imágenes digitales puede llevar a una actitud superficial hacia la fotografía. Así mismo, el exceso de imágenes disponibles en línea genera mercados que disminuyen el valor de cada imagen en lo individual. La gratificación instantánea puede hacer que olvidemos la importancia de la paciencia, el cuidado y la dedicación necesaria en las técnicas fotográficas análogas y artesanales, que, dicho sea de paso, también son cuestionadas por el manejo de sustancias químicas que contaminan el medio ambiente.

La técnica fotográfica es pues, alquimia, un trabajo práctico donde intervienen diversos factores de conocimento. Desde luego la luz como elemento principal, la plata (Ag), pero también la forma en la que se proyecta la imagen, así como el tipo de superficie y sustancia en la que se impregna para capturar el tiempo.

Procesos que toman sus propias decisiones como la cianotipia o la cámara estenopeica son los que retoma la fotógrafa mexicana Alejandra Barragán para generar su obra. Hojas de árboles, flores, luz del sol, intervienen en la necesidad de equilibrar la naturaleza de la imagen fotográfica con la construcción tecnológica de la imagen digital pero sobre todo con la recuperación de la mirada poética.