Hace 42 años, el 21 de febrero de 1978, se localizó una escultura monolítica representando a Coyolxauhqui, "la de los cascabeles en las mejillas", que muestra a la diosa lunar de cuerpo completo, desmembrada y decapitada. La pieza de andesita rosa de gran belleza, fue hallada como parte de una plataforma que perteneció al gobierno de Axayácatl, de acuerdo con las investigaciones de los arqueólogos Eduardo Matos y Leonardo López Luján. Coyolxauhqui simboliza el grupo vencido; es la imagen de los derrotados. Su presencia integra el prólogo final que enfrenta el cautivo al ser conducido a la cima del templo para ser sacrificado, según Paul Westheim.
Fue localizada fortuitamente durante los trabajos de Salvamento Arqueológico del INAH, por las obras de instalación eléctrica que Luz y Fuerza del Centro estaba realizando en aquel momento. Los arqueólogos Ángel García Cook y Raúl Arana, fueron lo encargados de liberar la escultura y excavar las ofrendas que consistían en urnas de barro con restos humanos incinerados, rodeados de cuentas de piedra verde y otras piezas colocadas debajo del piso de la plataforma sobre la que descansaba el monolito de esta diosa lunar.
Según el mito prehispánico del Coatépt l o "Cerro de las Serpientes" que se ha llegado a ubicar cerca de Tula, Hidalgo, un día Coatlicue , "la de la falda de serpientes", estaba barriendo en la cima del cerro, cuando de repente cayó del cielo una pluma que guardó en su regazo. Así se gestó Hutzlilopochtli , dios de la guerra y del Sol. Coyolxauqui y los 400 Huiznahua s, la luna y las estrellas, no querían el nacimiento de su hermano Huitzilopochtli, porque se acabaría la oscuridad en la que ellos reinaban. Sin embargo, este dios nació armado con una Xiuhcóatl "serpiente de fuego" y un escudo combatiendo a sus hermanos y lanzando a Coyolxauhqui desde la cima del cerro, desmembrada.
Este mito se reproducía cada año en la fiesta de Panquetzali , dedicada a Huitzilopochtli , durante la cual se desarrollaban una serie de acontecimientos que emulaban al mito. La festividad comenzaba con un ayuno que hacían los sacerdotes y en los días siguientes se preparaba a los 4 cautivos que sacrificaban en la cancha del juego de pelota. Así, estas ceremonias tenían el objetivo de representar todo aquello ocurrido en un tiempo mítico y en un lugar sagrado como Templo Mayor, de acuerdo con las crónicas de Durán.
Estas y otras piezas monolíticas se pueden apreciar en el Museo de Templo Mayor ubicado en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, o también se recomienda visitar la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, en donde se pueden apreciar otras piezas de talla azteca como la Piedra del Sol, La Piedra de Tizoc o la Coatlicue.